Comenzamos el recorrido aproximadamente a las 8 de la mañana partiendo del edificio de rectoría de la UNISON, la primera parada fue en el oxxo de la “salida” para comprar agua e ir al baño; algunos compañeros decidieron dormir, otros más platicar entre ellos, leer, o simplemente observar el paisaje que teníamos a los alrededores, después de media hora más o menos, viendo los cerros que están a los alrededores de la carretera además de distintos tipos de arboles y demás vegetación, llegamos a La Pintada.
Sobre la carretera encontramos una puerta, que debían de abrir para poder entrar a este mágico lugar, una vez dentro tuvimos que recorrer un tramo de terracería para poder llegar al sitio arqueológico, mientras recorríamos el lugar en el camión con el propósito de llegar hasta las famosísimas pinturas, vimos a una águila sobre un cactus, distintos tipos de árboles y plantas.
Poco tiempo después nos bajamos del camión, donde nos separarían en dos grupos, mitad de geólogos, mitad de historiadores, acompañados de un arqueólogo y de una muchacha que iría cuidando que nadie se quedara solo al final.
Caminamos un rato por un caminito que nos llevaría hasta el campamento donde nos dijo el arqueólogo, vivían los indígenas de la época, en esta área de la pintada podemos encontrar un espacio que se ve que ha sido aplanada, a diferencia de las demás partes que componen el sitio, aunque había crecimiento de zacate se nota la diferencia a los demás lugares.
Al caminar un poco más en el sitio nos encontramos con una piedra que tenía una forma triangular y que en la parte del medio tenía una especia de repisa en la que tenía una hendidura, que el dirigente nos explico era un mortero, que no se sabe exactamente para que era utilizado; unos pasos más adelante nos encontraríamos con otra piedra igual con las mismas características y con la misma interrogante, ¿Cómo sería utilizada?.
Seguimos el recorrido por una vereda construida con cemento, que además tenía unos cuantos escalones al terminar de transitar por este camino, llegamos a un cerro, en donde veríamos las primeras pinturas rupestres, un toro y un venado, en tonos oscuros.
Después nos fuimos a otra parte de la Pintada, en donde encontraríamos, el panel principal como lo llama el arqueólogo, donde veríamos una gran cantidad de pinturas rupestres, de distintos colores y distintas técnicas (según nos dijo el arqueólogo) desde la distancia que nos encontrábamos era fácil ver qué era lo que los indígenas habían plasmado, a lo largo de todo el viaje el clima fue favorable, pues el día estaba nublado y corría un viento que agradaba; en esta parte teníamos frente a nosotros un cerro enorme, el cual tenía distintos colores desde cafés, marrones, naranjas y negros, por mucho cubría la estatura de todos los que estábamos ahí, y al echar una miradita hacia abajo podíamos ver no había piso a menos de unos tres metros.
El dirigente nos invito a continuar con el recorrido, tuvimos que bajar un poquito, para llegar a otra zona, donde veríamos mas pinturas, con formas de manos, pequeñas palmas con unas líneas, un dibujo más que pareciera ser un jinete, dibujadas en cerro que teníamos frente a nosotros, al lado de este cerro vimos una laguna con agua en un color verde, pasos atrás había visto muchos árboles y piedras, pareciera estar dentro de una selva, aunque era un espacio muy pequeño tenía mucha vegetación en distintos tonos del verde.
Continuamos, y llegamos una parte en la que tendríamos que tendríamos que subir, para llegar a especie de cueva, donde veríamos mas pinturas, igual que en el cerro anterior había muchas palmas de las manos pintadas, y en la base de esta cueva se veía como si la piedra que estaba abajo hubiera sido pulida, pudimos tocarla y sentir la suavidad que tenia esta.
Bajamos de esta parte y caminamos, llegamos a otro panel mas donde encontramos la pintura de un hombre y una mujer, pero estas pinturas tenían el tamaño de una mitad de un dedo de una persona adulta más o menos.
Seguimos el recorrido, llegando a lo que sería el final del recorrido, en esta parte vimos otro mortero, pero este con características distintas, pues la piedra tenía muchas hendiduras, que además tenían distintos tamaños, estaban regadas en la piedra, esta estaba totalmente sobre la tierra.
Terminado el recorrido llegamos al campamento estacional, lugar donde habíamos partido, aquí la señora encargada le dijo al arqueólogo que nos llevara a la parte donde habían hecho excavaciones colegas suyos; fuimos y vimos una especie de lomita, lo que nos explicaron era un horno, donde nos dijo que habían encontrado restos de huesos de personas, que podría tratarse de una zona funeraria, y además nos mostro una piedra que había sido fundida a mas de mil grados.
Después de esto ahora si habíamos terminado el recorrido con las piernas temblorosas, la boca seca y con mucha hambre, nos sentamos frente al horno y llegaron los del otro grupo, comenzamos a comer, y la encargada nos conto unas anécdotas del lugar, poco tiempo después nos retiramos del lugar, para subirnos al camión, nos fuimos y durante el camino de vuelta no faltaron las fotos a los compañeros que venían dormidos, y las platicas entre ellos, llegamos a rectoría y de ahí cada quien tomo su rumbo.
La pintada me pareció un lugar muy bonito, aunque el recorrido podría tornarse un poco cansado, vale mucho la pena ir a pasar una mañana recorriendo este lugar tan mágico e interesante, además de que esta zona arqueológica nos muestra la forma en que los indígenas de años pasados se resguardaban, el vivir en una zona como esta requiere de un gran conocimiento de la zona, pues podíamos caminar por el camino que parecía más accesible y de repente te dabas cuenta de que ya no había camino y que estabas frente a un cerro difícil de brincar o que simplemente no había manera de continuar el recorrido.
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